VOLUNTARIOS VIVEN ODISEA PARA COMBATIR EL FUEGO EN JILOTZINGO, EDOMEX

El fuego se apoderó de Jilotzingo y más de 600 hectáreas de bosque se convirtieron en cenizas en sólo 14 días, sin embargo, los habitantes del poblado de Santa María Mazatla se niegan a que sus tierras se conviertan en restos, por lo que luchan sin descanso para contener el siniestro.

El equipo de Excélsior acompañó a los más de 600 voluntarios que, todos los días, desde el pasado martes 12 de marzo, suben para enfrentarse a las llamas. Se adentran en los peligrosos caminos con el rostro envuelto con cubrebocas y pasamontañas.

Entre los voluntarios se encuentra el pequeño Israel de sólo 12 años, quien, en compañía de su mamá, su tío y su abuelo, subió cientos de metros para enfrentarse al fuego.

“Yo vivo abajo, cerca de la Milpa antes de Mazatla, subimos para cuidar nuestras tierras, de acá viene el agua y mi abuelito siempre me enseñó a cuidarnos”, comentó.

En el camino hacia el frente llegó la brigada 212 de Probosque. Entre ellos va Jaime Gómez, un hombre de 52 años que tiene poca experiencia y que se atrevió a caminar, escalar y trepar para cuidar las tierras en las que nació su esposa.

Reveló que el posible origen de la tragedia es “la tala clandestina”, ya que hay evidencia de los famosos talamontes, quienes dejan trozos de madera que se incendian y sirven de combustible para el fuego.

“Da tristeza ver cómo se queman los árboles, dan hasta ganas de llorar. Creo que la persona que está haciendo eso provocan los incendios. (Les pido) que tenga un poco de conciencia de lo que están haciendo, porque nos está afectando a todos”, suplicó Jaime a los presuntos responsables.

Así, los voluntarios luchan. El fuego y el viento son fuertes; cuando parece que hay un avance, todo se viene abajo, pero eso no los desanima, todo lo contrario, es una nueva motivación por defender su tierra.