SILVIA TOMASA RIVERA ENCIENDE HOMENAJE A RUBÉN JARAMILLO

La tierra oscura, de la mexicana Silvia Tomasa Rivera (Veracruz 1955), no sólo es un homenaje poético al líder revolucionario Rubén Jaramillo —asesinado con su esposa Epifania Zúñiga y sus tres hijos, el 23 de mayo de 1962, cerca de los vestigios de Xochicalco—, sino un canto de amor al campo y una llamarada estética que celebra el cruce de la poesía con la historia.

De Rubén Jaramillo nadie habla, pero él fue el revolucionario que más luchó en la historia de México, casi 45 años, hasta que lo mataron. Hace muchísimos años que admiro su figura y quise escribir su historia cuando llegué de la huasteca veracruzana, a finales de los años 70.

Ahora publico este libro que, a pesar del tema, no tiene ni una palabra panfletaria, es pura literatura, porque cuando se han tocado estos temas del campo y la guerrilla, casi siempre acaban siendo panfletarios, pero éste es un libro de amor y de la historia de una lucha de un gran hombre”, dice a Excélsior la escritora que, en 1997, obtuvo el Premio Nacional de Poesía Carlos Pellicer para Obra Publicada.

¿Su libro es, además, un canto al campo?, se le pregunta a la también autora de Vuelo de sombras y Duelo de espadas. “El campo está muy olvidado. Observa nuestras letras y ¿quién habla del campo? Nadie. Pero a mí me parece que ese mundo se tiene que transmitir a las ciudades y creo que este libro puede ser una llama, una pequeña llamada de atención”.

¿Se ha olvidado el campo como personaje literario? “Nadie escribe del campo, porque todo mundo está concentrado en la Ciudad de México, que es magnífica, pero el país no es sólo la capital. Muchos intelectuales que no salen de aquí creen que el gremio es esto, pero quisiera verlos dando una conferencia en un museo de sitio, en la sierra de Zongolica o en algún lugar donde hagan falta.

Pero eso no se hace desde que vivía Carlos Montemayor, quien hacía lecturas bilingües con los indígenas. Creo que eso se tiene que retomar y ver al campo para que la ciudad se siga enriqueciendo”, asegura.

¿Cómo fue su aproximación a Rubén Jaramillo para realizar este libro? “Escuché a gente muy mayor que conoció a Rubén, ellos me platicaron cómo había sido su historia y por qué lo querían todos en Morelos. Recordemos que él hizo las dos luchas: la armada y la otra (desde las instituciones).

Jaramillo fue amigo de Lázaro Cárdenas, quien le regaló un caballo, fue conocido por todos los Presidentes, porque fue el revolucionario que más tiempo luchó”, plantea.

Debe recordarse, por ejemplo, que Rubén Jaramillo tenía 15 años cuando se unió a Emiliano Zapata (en 1915) y que su activismo en favor de los campesinos siguió hasta 1962, cuando lo asesinaron.

Todo ese tiempo estuvo en la lucha agraria y era de los que guardaban las armas, pero decía: ‘Escondan las armas donde las puedan volver a tomar’.

Lo curioso es que, un año antes de que lo mataran, estaba convencido de que la lucha ya no era de armas, sino del entendimiento. En aquel momento, Adolfo López Mateos ocupaba la Presidencia, quien era su ‘amigo’ y por eso en el libro escribo: ‘Mataron a Jaramillo/ cerquita de un tecorral,/ la bala salió directo/ del Palacio Nacional’”, concluye.