SUPERGRASS ¡TODO ESTUVO ALRIGHT!
A pesar de que el martes fue un día caótico en la Ciudad de México por las constantes lluvias, la mejor forma de terminar una jornada así no pudo haber sido mejor para las dos mil 300 personas que se dieron cita en el Teatro Metropólitan para ver, por primera vez, a Supergrass.
Ahí, en el escenario del recinto del centro histórico, Gaz Coombes, Danny Goffey, Mick Quinn y Rob Coombes se enfrentaron a la locura de sus fans mexicanos, quienes no podían perderse, por nada del mundo, celebrar con ellos 30 años de su primer disco I Should Coco, el que los posicionó en los años más bulliciosos del britpop.
La música es mágica porque tiene el poder de sacar a cualquiera de su realidad y, aunque sea por un rato, llevarlo a sus mejores tiempos.
Eso fue lo que hizo Supergrass cuando a las nueve y 25 minutos de la noche, los británicos transportaron a su público directo a los 90, abriendo la velada con I’d Like To Know.
Ahí estaba Supergrass, no sólo en la foto en el backstage, ellos estaban ahí y no iban a desaprovechar su oportunidad. Gaz se acercaba al público, los hacía aplaudir y regresaba a su lugar, mientras que Mick, Rob y Danny hacían lo propio reventando sus instrumentos con cada nota.
Hola, Ciudad de México, ¿cómo están? Es muy bueno verlos. Lo lograron a pesar de la lluvia y la tormenta”, dijo Gaz arrancando los aplausos. “Nos tardamos mucho en venir, ¿verdad? El tiempo es cruel”, agregó para enloquecer al público que estaba listo para devorar cada una de las canciones que marcaron su historia personal, como Caught By The Fuzz, Mansize Rooster y Late In The Day.
Mary y She’s So Loose dejaron ver ese inigualable toque que tienen las bandas de britpop que conquistaron el mundo en los años 90. Supergrass forma parte de una generación que salió a poner el orgullo por su sonido en la cima de las listas de popularidad.
Lose It llegó con el punch de las guitarras y arrancó los aplausos y los gritos de la gente que, para este punto, ya había olvidado la travesía que tuvo que pasar para poder llegar al concierto.
Por supuesto que los celulares no se hicieron esperar. Todos aquellos que quisieron llevarse un pedacito del show a casa, sin importar su edad, estaban listos con sus dispositivos para capturar el momento y así se pudo ver en We’re Not Supposed To y Time.
Este es un teatro muy bonito, con sus estatuas y todo, ¡pero pueden volverse locos!”, dijo Gaz antes de que Alright, la canción que se volvió un himno noventero e inmortalizó Alicia Silverstone en su papel de Cher en Clueless en 1995, hiciera que el teatro se cayera a pedazos con la gente cantándola y dando brincos.
Y si bien muchos no soltaban el teléfono, había otros más que ni se acordaban de él al tratar de seguir las notas de las guitarras y la batería con sus propios instrumentos de aire, como sucedió durante Strange Ones, Sitting Up Straight y Lenny.
Han pasado 30 años, pero para los británicos y sus fans pareciera que no ha pasado ni uno.
Esa misma energía y emoción por las canciones se vio intacta en Sofa (of My Lethargy), Time To Go, St. Petersburg y Richard III, canciones que enfilaban hacia el final de la velada después de poco más de dos horas.
Gracias a todos, y a ti, tú cantaste cada palabra desde el inicio”, dijo Gaz a un fan de las primeras filas, a quien sin duda le hizo la lluviosa noche, que cerró atinadamente con Moving, Grace, Sun Hits The Sky y Pumping On Your Stereo.