ROSARIO CASTELLANOS: LA PLUMA REBELDE QUE DESAFIÓ A LOS ESTEREOTIPOS
Rosario Castellanos (25 de mayo de 1925-7 de agosto de 1974) fue una poetisa, narradora, ensayista y diplomática mexicana que es considerada una de las voces literarias más importantes de México en el siglo XX. Nacida en Ciudad de México en una familia de rancheros de clase alta, Castellanos pasó gran parte de su infancia en Comitán, Chiapas, una experiencia que influenció profundamente su escritura.
Su vida y obra se centraron en temas de género, cultura indígena y política. Su educación literaria se desarrolló en la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), donde estudió Filosofía y Letras.
La obra de Rosario Castellanos
A lo largo de su carrera, Castellanos escribió una serie de poemas, novelas y obras de teatro, incluyendo «Balún Canán» (1957), «Oficio de Tinieblas» (1962), «Mujer que sabe latín» (1973), entre otros. Su trabajo frecuentemente explora la opresión de las mujeres y de los pueblos indígenas en la sociedad mexicana. En sus obras de ficción, Castellanos utilizó las tradiciones orales mayas y tzeltales, lo que refleja la cultura y las luchas de los pueblos indígenas.
Castellanos fue una figura clave en la poesía mexicana moderna y su trabajo ha tenido un impacto duradero en la literatura mexicana y latinoamericana. Fue la primera mujer elegida como miembro de la Academia Mexicana de la Lengua, recibió el Premio Xavier Villaurrutia en 1960 y el Premio Sor Juana Inés de la Cruz en 1972. En su carrera diplomática, fue la embajadora de México en Israel, donde murió accidentalmente en 1974.
Hoy sería su 98 cumpleaños, y la influencia de Rosario Castellanos sigue viva en la literatura y la cultura mexicanas, y su legado continúa inspirando a escritores, feministas y defensores de los derechos indígenas.
Rosario Castellanos: su lucha feminista
Tal Naim, agregada Cultural de la Embajada de Israel en México, destaca a Rosario Castellanos no sólo como un icono de la literatura mexicana, sino como un pilar en la lucha por la dignidad y la emancipación de la mujer mexicana. Castellanos, una mujer muy adelantada a su tiempo, usó su pluma para desafiar los estereotipos de género, criticar la degradación de la mujer en la esfera pública y doméstica, y subrayar las injusticias como la brecha salarial y la falta de mujeres en profesiones dominadas por hombres.
Su tesis de posgrado, «Sobre cultura femenina», es un análisis crítico de la marginación histórica de las mujeres en el mundo de la cultura, demostrando cómo, a pesar de las adversidades, las mujeres han logrado alcanzar posiciones importantes. Sus ideas, aún hoy, resuenan en la lucha por la igualdad de género.
Rosario Castellanos como embajadora de México en Israel
En 1971, Rosario Castellanos llegó a Israel como embajadora de México, siendo ya una escritora reconocida. Durante su tiempo como diplomática, fue testigo de la Guerra de Yom Kippur en 1973, durante el mandato de la primera ministra Golda Meir. Castellanos continuó escribiendo, incluyendo análisis de la liberación de la mujer y comparaciones entre la situación de las mujeres en México e Israel.
En su ensayo «Feminismo en Israel: las golondrinas y el verano», reconoce que «en Israel se respira mejor». Su tiempo en Israel, como afirma la escritora feminista Marta Lamas, fue un momento de plenitud para Castellanos.
Rosario Castellanos: un ejemplo para todas las mujeres
Justo antes de su muerte trágica en Tel Aviv en 1974, Castellanos publicó «Mujer que sabe latín…», una compilación de ensayos que desafían a las mujeres a «romper con los modelos que la sociedad les impone para alcanzar una imagen auténtica y buscar siempre elegirse a sí misma». Sus palabras siguen siendo relevantes hoy en día y continúan inspirando la lucha por la igualdad de género.
Rosario Castellanos no sólo logró el éxito profesional como escritora, académica y diplomática, sino que también logró equilibrar su vida profesional con la vida familiar, un logro que la hace un ejemplo a seguir para todas las mujeres. Tal Naim se enorgullece de seguir sus pasos como diplomática, trabajando para fortalecer los lazos entre Israel y México.
El amor hacia Ricardo Guerra
En el prólogo para el libro «Cartas a Ricardo», Elena Poniatowska escribe:
Del “Querido Niño Guerra” al “Cabellitos de Elote”
Hasta la fecha ninguna escritora mexicana había dejado un documento tan enriquecedor como estas cartas que le escribe Rosario Castellanos a Ricardo Guerra de julio de 1950 a diciembre de 1967, con una interrupción en 1966, año en que una Rosario deshecha se va de profesora visitante a Madison, Wisconsin.
Las cartas de Rosario son devastadoras, estrujantes, obsesivas, oro molido para siquiatras, sicólogos, analistas, biógrafos y, ¿por qué no?, críticos literarios.
Lo son también para nosotras las mujeres, que en ellas nos vemos reflejadas. ¿Qué mayor prueba de que muchas mujeres lo apostamos todo al amor que este documento epistolar? Nunca hubo otro hombre en la vida de Rosario; sólo Ricardo, siempre Ricardo. La suya es una inmensa carta de amor y desesperación que dura los 17 años de su convivencia y más, porque cuando Rosario venía de Israel solía interrumpir las conversaciones con una pregunta eterna: “Oye, ¿y no has visto a Ricardo?”
Ricardo y Rosario se conocen en México en la Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM, en Mascarones, a fines de 1949. Desde su primera carta del 28 de julio de 1950, los términos son de entrega absoluta. Le habla de “usted” antes del matrimonio. “Mire, le voy a decir cómo soy porque usted no me conoce”. Después le habla de tú. Se analiza mejor que cualquier sicoanalista. Se mira débil, hace propósitos de fortaleza; se mira dispersa, hace propósitos de trabajo y los cumple; se mira antisocial, es encantadora, deleita a todos con su conversación. Uno de los rasgos más conmovedores de su personalidad es la conciencia que tiene de su vocación de escritora: “Voy a matarme de trabajo pero voy a ser escritora”. Otro, desde luego, es su fidelidad amorosa. Rosario confiesa:
‘Fui tan perfecta, tan plenamente feliz en los últimos quince días gracias a ti, que esta separación no ha alcanzado a turbarme ni a destruirme. Estoy todavía demasiado llena, rebosante de esta felicidad que me diste; tengo todavía grandes reservas de dicha y espero que no se agoten antes de que tu presencia las renueve
Se obsesiona: “Todas las noches lo sueño pero es siempre la misma cosa angustiosa; de saber que usted está en alguna parte, de ir a buscarlo y de caminar y caminar y no alcanzarlo nunca”.Repite: “Nunca pensé que se pudiera necesitar tanto a nadie, como yo te necesito a ti”. Lo raro es que siempre es ella la que se va.
En los años finales de su relación amorosa, 1967, precisa:
Creo que en estos últimos días he tenido una experiencia muy clara de lo que es la fidelidad. Ya ves que me quedé con la miel en los labios porque apenas estaba descubriendo las delicias de la sexualidad. (…) Yo te amo y eso le da un sentido perfectamente determinado a mi deseo. Mi deseo únicamente lo satisfaces tú. Yo no quiero que nadie ni nada se interponga entre esa nueva realidad que para mí es ahora tan rica y tan importante (…) Es muy mi gusto y mi orgullo y mi alegría y mi seguridad de saber que mi cuerpo no conoce nada más que el placer que tú le has proporcionado. Y te aguarda con muchas ganas y con mucha paciencia. (…) Y piensa en mí ahora no como la esposa que exige el débito conyugal sino como la enamorada que quiere decir con gestos, con actos lo que no se puede decir con palabras.
Ese pedazo de amor transformado en letras
Le escribió Rosario a Ricardo:
“Lo amo, lo amo. ¿Por qué no hay otra palabra para decirlo? ¿Por qué las palabras son tan pobres y tan insuficientes y tan inútiles? Si supiera en qué forma tan absoluta y tan radical me ha modificado; usted descubrió en qué parte de mi ser estaba la ternura y se ha apoderado de ella sin violencia, totalmente”.
“Sé que lo que tenga que venir de tus manos será lo que yo reciba; que en vano se lucha contra lo que es nuestro destino. Y que si tengo que vivir será porque tú quieres. Y ahora ya no me da miedo morir, porque he vivido. Un momento, como el que nosotros tuvimos, basta. En un momento así se alcanza la revelación de todo lo que ha permanecido oculto, atormentándonos”.
“Me entregué a usted: nunca me he puesto a considerar si fue sólo un momento. Sé que antes de conocerlo era yo una persona completamente distinta de la que soy ahora y que tal como me ha hecho le pertenezco. El que usted me sea fiel o no, no me hace variar de actitud. Yo le seré fiel siempre, a toda costa. No me interesa coquetear con nadie. Lo amo a usted. Si usted me falla, si por cualquier motivo nuestro amor no puede realizarse, yo no quiero volver a saber nada de amor con nadie, yo quiero vivir completamente sola y sin que nadie me hable de estas cosas. A usted no puedo substituirlo con nadie. Lo amo a usted, con exclusión del resto del mundo. Lo amo a usted aunque tenga niñitas y aunque las ame a ellas y aunque no me ame a mí. Lo amo y lo amo. Y estoy furiosa. Grrrr. Claro que si usted me dice que no quiere saber nada de mí no voy a andar detrás de usted dándole la lata”. (Madrid, 6 de noviembre de 1950).
Letras imperdibles de Rosario Castellanos
Colaboradora de Excélsior desde 1963 hasta su muerte el 7 de agosto de 1974, te recordamos algunos de los trazos literarios de Rosario Castellanos:
• Para el amor no hay cielo, amor, sólo este día
• Matamos lo que amamos. Lo demás no ha estado vivo nunca
• Heme aquí suspirando como el que ama y se acuerda y está lejos
• Éramos el abrazo de amor en que se unían el cielo con la tierra
• No son nube ni flor los que enamoran; eres tú, corazón, triste o dichoso.
• A veces, tan ligera como un pez en el agua, me muevo entre las cosas feliz y alucinada
• No son nube ni flor los que enamoran; eres tú, corazón, triste o dichoso
• En mi aridez, aquí, llevo la marca de su pie sin regreso
• Feliz de ser quien soy, sólo una gran mirada: ojos de par en par y manos despojadas
• Bajo tu tacto tiemblo como un arco en tensión palpitante de flechas y de agudos silbidos inminentes
• No te acerques a mí, hombre que haces el mundo, déjame, no es preciso que me mates. Yo soy de los que mueren solos, de los que mueren de algo peor que vergüenza. Yo muero de mirarte y no entender
• No es que el poeta busque la soledad, es que la encuentra.
• El matrimonio es el ayuntamiento de dos bestias carnivoras de especie diferente que de pronto se hallan encerradas en la misma jaula. Se rasguñan, se mordisquean, se devoran, por conquistar un milimetro mas de la mitad de la cama que les corresponde, un gramo mas de la racion destinada a cada uno. Y no porque importa la cama ni la racion. Lo que importa es reducir al otro a la esclavitud. Aniquilarlo.
• ¿Qué se hace a la hora de morir? ¿Se vuelve la cara a la pared? ¿Se agarra por los hombros al que está cerca y oye? ¿Se echa uno a correr, como el que tiene las ropas incendiadas, para alcanzar el fin?