REVOLUCIÓN GRÁFICA EN EL CAMPO DE BATALLA
Los fotógrafos y cineastas tuvieron un peso significativo en la Revolución Mexicana, dado que este conflicto se convirtió en un campo de experimentación para el trabajo visual de personajes como Sara Castrejón, Eva Strauss, Jesús H. Abitia, José Mora, Amando Salmerón y Agustín Víctor Casasola, dice a Excélsior Jehiely Hernández, investigadora del INEHRM.
Es complicado ubicar el primer conflicto de la Revolución Mexicana que fue captado por fotógrafos; pero se sabe que la primera batalla fue en Ciudad Juárez, en mayo de 1911, a donde llegaron fotógrafos extranjeros y nacionales, a invitación de Francisco I. Madero, para que estuvieran a su lado, ya que él entendió bien el poder de la imagen para que se difundiera su ideología y su propia imagen”, detalla quien participó en el montaje de la muestra Cine, foto y Revolución, en el Monumento a la Revolución, que cerrará en marzo de 2025.
La historiadora recuerda que, desde finales del siglo XIX, la fotografía ya tenía presencia en México; aunque su uso más importante era en retratos individuales, de parejas o grupales, y dichas imágenes circularon cada vez más cuando se democratizó este trabajo, es decir, cuando las cámaras facilitaron la multiplicación de imágenes y la posibilidad de obtenerlas a precios accesibles.
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Con el estallido de la Revolución, la fotografía tuvo mayor relevancia, porque aquel contexto, donde no existían publicaciones gráficas, será un campo de experimentación visual para los fotógrafos, quienes antes sólo trabajaban en estudios, estaban estáticos y recibían a las personas; pero con la Revolución tuvieron la necesidad de salir de sus estudios e ir detrás de la noticia, sin saber que más tarde los conoceríamos como pioneros del fotoperiodismo y del fotorreportaje”, dice.
Otro antecedente de ese fotoperiodismo ocurrió en la última etapa del gobierno de Porfirio Díaz, cuando éste contrató fotógrafos para realizar el registro de las actividades del centenario de la Independencia.
Pero, cuando inicia la revuelta armada, los fotógrafos de estudio empezaron a buscar la noticia, apunta la especialista; e, incluso, experimentaron con distintos encuadres para captar imágenes en movimiento, situación que se extrapoló a la industria fílmica.
Un dato interesante es que, en 1911, estos profesionales, que se autonombraban fotorreporters, conformaron la Asociación de Fotógrafos de la Prensa Metropolitana para mostrar su trabajo; y, para obtener recursos, montaron la primera exposición fotográfica en la capital, en la que expusieron imágenes costumbristas, de fiestas, de la conmemoración de la Independencia y otros ejercicios.
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Hernández destaca el papel de Agustín Víctor Casasola, de su agencia y de su Historia gráfica de la Revolución mexicana, aunque dice que es importante recuperar otros nombres. “Uno de ellos fue Jesús H. Abitia, fotógrafo oficial del constitucionalismo, de Álvaro Obregón, gracias a él existen tomas sobre obregonistas.
Otro es José Mora, un fotógrafo oficial de Pablo González, personaje antizapatista y constitucionalista, quien se encargó de documentar a los zapatistas mutilados; además, fue quien retrató el cadáver de Emiliano Zapata. También mencionó a Amando Salmerón, un fotógrafo de Guerrero, quien no estuvo en las filas del Ejército Libertador del Sur, pero era contratado por Zapata para hacer retratos”.
Sin dejar de lado a Jerónimo Hernández, el fotógrafo oficial de Francisco I. Madero, encargado de proporcionar material gráfico al diario maderista Nueva Era y quien hizo las imágenes principales de cuando Madero salió del Castillo de Chapultepec hacia Palacio Nacional, previo a la Decena Trágica.
Destaca a las fotógrafas, como Esther Eva Strauss, quien registró parte de la rebelión en Ciudad Juárez (1911); a Sara Castrejón, la primera que se dedicó a capturar el paso de los zapatistas en Guerrero, y las hermanas Adriana y Dolores Ehlers, encargadas de un taller de fotografía en Veracruz. “Esto demuestra que los caudillos y los protagonistas de la revuelta armada tuvieron conciencia de integrar a sus filas a fotógrafos, para que se encargaran de registrar lo que estaban haciendo, porque les servía para construir su imagen, difundir su ideología a través de la prensa y mostrar a sus adversarios su ubicación y su armamento”, concluye.