REÚNEN EN UN LIBRO 12 HISTORIAS DE QUEMA DE LIBROS EN MÉXICO
¿Quemar un libro es siempre un acto transgresor de rechazo a las ideas? En ciertos casos puede ser liberador o un acto contestatario ante las injusticias del mundo contemporáneo, con decadencia en sus ideologías y formas de vida. Por ejemplo, un hombre entrado en sus 50 quema los libros de la literatura de Alcohólicos Anónimos, tras pasar 20 años atado a una ideología que lo llevó a alejarse de su familia y vivir para satisfacer las necesidades de una agrupación que lo explotó, humilló y usó.
En el acto, el hombre quema los libros enfrente del domicilio de la agrupación para mostrar que arrojar esos libros al fuego lo liberó de eso que él consideraba una atadura mental y social. En otro caso, un hombre compraba semanalmente libros de marxismo en una librería de viejo. Al ser cuestionado por el vendedor, el hombre reveló ser un hombre de iglesia, y que a cada libro lo quemó en su casa para combatir el marxismo.
Y un caso reciente, una manifestación en contra de la gentrificación terminó en la quema de algunos libros de la librería Julio Torri del Museo Universitario de Arte Contemporáneo, en CU, hecho condenado por la Presidenta de México, Claudia Sheinbaum.
Para comprender más la naturaleza de la quema de libros, y acercarse a los motivos por los que los individuos y sociedades deciden encender textos y destruirlos, es que el historiador de El Colegio de México, Sebastián Rivera Mier, publica «El cautivante fulgor de los libros ardiendo» (UAM, 2025), que reúne 12 episodios de la quema de libros en México en el siglo XX.
«En el libro intentamos desarmar un poco esa idea de que es pecaminoso quemar un libro, es decir, el punto de partida es conocer cómo lo vieron los actores. Cómo lo pensaron, qué trataron de poner en juego al momento de tirar libros al fuego», detalla Rivera Mier.
El investigador refiere que en el imaginario de mucha gente está la quema de libros de Hitler o de la Biblioteca de Alejandría, sin embargo, pocos se detienen a pensar qué hay más allá de que los libros sean quemados.
«¿Cuál es la relación de esos actores con el libro de tal manera que lo queman? Por ejemplo, hay un caso de intelectuales quemando libros para protestar por Vietnam, por la guerra, deciden autoinmolarse. Y para ello echan sus libros al fuego. Son sus propias obras, yo no le veo a eso nada de bárbaro, al contrario, es un proceso de intelectuales muy conscientes, en términos políticos, que están usando el libro como una estrategia de comunicación», explica.
Si bien se puede pensar que quemar un libro es un acto político o de protesta, no siempre es el caso, dice el investigador. «Hay otras quemas de libros que no seriamente son tan políticas en el sentido partidista. Son políticas en el sentido de construir sociedad, pero no en el sentido de militancia específica. Por ejemplo, hay casos de estudiantes que cuando terminaban sus cursos lo que hacían era quemar libros, era el momento en el que se desprendían de ser estudiantes, eso no está vinculado a lo político, sino a un paso social».
Otro caso que toca el libro es una quema de libros que se hizo solo con el fin de obtener fuego, sin ninguna motivación política o social. «Recupero una escena de revolucionarios asando elotes y para mantener el asador usan libros, en realidad, no creo que haya un acto político, el libro no es un objeto importante para esos actores».
Rivera Mier reflexiona que para algunos sectores de la sociedad quemar libros es contestatario; para otros, algo sin importancia, y para otros, un regreso a la intolerancia. El punto del libro, explica, es entender los matices de los casos recientes de la quema de libros.
«Cada actor tiene unos intereses particulares al quemar un libro. Y no hay que homogeneizarlos, hay que pensar en los actores. ¿Qué están tratando de decir?», agrega.