6 de noviembre de 2025
País / Mundo

¡PAPÁ, ME PEGARON!’ MUJER POLICÍA SE ENFRENTA A TIROS CON CUATRO DELINCUENTES

erida, pero también el eco de una escena que marcará por mucho tiempo a Ciudad Evita. La voz pertenecía a Jésica Janet Britez, oficial de la Policía Federal Argentina, que acababa de ser baleada en un tiroteo con cuatro delincuentes que intentaron asaltarla mientras estaba con su hijo de nueve años y su padre.

El hecho ocurrió el jueves 31 de julio, en plena tarde. Un intento de robo que derivó en una feroz balacera a cielo abierto. Las imágenes de una cámara de seguridad registraron lo ocurrido. Pero más allá del video viral, quedó una historia de coraje, reflejos y dolor.

El asalto

Pasaban pocos minutos de las 16:30. Britez, de 36 años, había detenido su auto en la esquina de El Deslinde y El Guaycurú. El vehículo tenía una falla mecánica. Estaba acompañada por su padre, de 61, y por su hijo, que viajaba en el asiento trasero.

Entonces, un auto blanco se detuvo a pocos metros. Tres hombres descendieron con armas visibles y una intención sin matices: robar. En cuestión de segundos, la calle se convirtió en escenario de un enfrentamiento a sangre fría.

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Britez actuó como lo haría en servicio, aunque estaba de civil. Desenfundó su arma reglamentaria, dio la voz de alto y abrió fuego. La respuesta fue inmediata: una lluvia de balas. En medio del tiroteo, la oficial recibió un disparo en el costado derecho del tórax. A pesar de la herida, logró impactar a uno de los agresores, que más tarde sería abandonado frente al Hospital Santamarina de Monte Grande.

El impacto emocional

El momento en que Jésica cae, grita y se retuerce de dolor fue registrado por una cámara de seguridad. Su hijo, testigo de la escena, fue protegido por su abuelo, que intentó mantenerlo a salvo mientras su hija se debatía entre el dolor y la conciencia.

El video no tardó en circular por redes sociales. La reacción fue inmediata: miles de usuarios elogiaron la valentía de la oficial, la llamaron “heroína” y destacaron su temple. No fue solo una agente que repelió un robo: fue una madre que defendió a su hijo con el cuerpo.

El agresor baleado: debía estar en su casa

Horas después, uno de los sospechosos ingresó al Hospital Santamarina con una herida de bala en el pecho. Fue identificado como D.S., de 18 años. No solo estaba armado y participó del robo: debía cumplir prisión domiciliaria en Esteban Echeverría. Es decir, no tenía que estar en la calle.

El joven permanece internado en estado crítico y con custodia policial. El resto de los atacantes logró escapar, pero ya están siendo buscados. Las imágenes de las cámaras de la zona están siendo analizadas para identificar a los prófugos.

Una profesional entrenada para proteger

Jésica Britez no es una agente más. Integra la División Operaciones del Área Metropolitana Oeste de la Superintendencia de Drogas Peligrosas. Su formación la preparó para enfrentamientos complejos, aunque nunca imaginó tener que ponerla en práctica en una esquina de La Matanza, con su hijo al lado.

Tras ser herida, fue trasladada primero al Hospital Balestrini y luego al Churruca. Allí fue estabilizada y permanece fuera de peligro. Según el parte médico, la bala ingresó por el lateral derecho del tórax y salió por las costillas sin comprometer órganos vitales.

Una causa en marcha

La investigación quedó en manos de la UFI N.º 1 de La Matanza, a cargo del fiscal Fernando Garate. La causa fue caratulada como «tentativa de robo agravado por el uso de arma de fuego y lesiones». Se intenta determinar si los atacantes actuaron por cuenta propia o como parte de una banda.

Coraje sin uniforme

Mientras continúa su recuperación en el Hospital Churruca, Britez recibe visitas de colegas, superiores y familiares. Su hijo ya está en tratamiento psicológico para poder procesar el shock emocional. No sufrió heridas físicas, pero el impacto será profundo.

En redes, su historia se convirtió en símbolo. No por el tiroteo en sí, sino por lo que encarna: una mujer que, aún herida, eligió no rendirse; que disparó no solo con técnica, sino con amor. Amor de madre, de hija, de policía.

Una bala pudo haber terminado todo. Pero el instinto, la formación y una voluntad férrea impidieron una tragedia mayor. La historia de Jésica Britez no es solo una noticia: es una postal cruda y luminosa de lo que significa ponerse de pie cuando lo fácil sería caer.

Matehuala
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