NOCHE DE ENSUEÑO PARA ROLANDO VILLAZÓN
El tenor mexicano Rolando Villazón (Ciudad de México, 1972) triunfó la noche del martes en la Sala Nezahualcóyotl durante el recital L’Arte del Bel Canto, ante un escenario pletórico en el que interpretó, con acertado histrionismo, piezas como Già il sole dal Gange, de Alessandro Scarlatti; Vergin tutto amor, de Francesco Durante, y Per la gloria d’adorarvi, de Giovanni Battista Bononcini; y A te, Terra e mare y Ad una morta, de Giacomo Puccini.
La conexión del artista con el público fue sublime, insospechada y se sostuvo a lo largo de las tres horas que duró el recital, donde el tenor, considerado una de las máximas voces mexicanas, alternó algunas bromas, lanzó besos, aplaudió y respondió con dilección a cada tanda de aplausos, tomado del brazo al pianista Ángel Rodríguez y asestando el puño de la mano diestra en el pecho, como un gesto de gratitud y entrega, una señal de complicidad que podría traducirse en la siguiente frase: “Todo esto es mi corazón y se los entrego a cada uno de ustedes”.
Yo les quiero decir que no debería estar cantando aquí hoy, (pero) por una serie de accidentes me encuentro aquí, con mi querido Ángel Rodríguez, y quiero decirles de todo corazón que estoy agradecidísimo a la serie de accidentes, porque yo hoy no quiero estar en ningún lado, más que aquí, en esta Sala Nezahualcóyotl. ¡De verdad!”, expresó el tenor casi al final de la velada —que enmarcó la apertura del Festival Cultura UNAM— para luego cantar piezas de Stanislao Gastaldon, Paolo Tosti y María Grever… hasta que alguien le acercó una playera de los Pumas, se la vistió y pidió otro ¡Goya! para entregarse al público.