MONUMENTO TLALMANALI: EL LEGADO MEXICA EN LA PLAZA DE LA CONSTITUCIÓN
Una evocación simbólica del recorrido ancestral mexica se puede admirar en la esquina nororiente de la Plaza de la Constitución, a un costado de Palacio Nacional.
A través del monumento Tlalmanali, los asistentes al centro histórico pueden admirar un modelo a escala del Teocalli de la Guerra Sagrada, monolito que se exhibe en el Museo Nacional de Antropología, el cual fue realizado durante el gobierno de Moctezuma Xocoyotzin, alrededor de 1507.
En un recorrido con José Alfonso Suárez del Real y Aguilera, asesor político de la coordinación general de comunicación social y vocería de Presidencia, él explica la grandeza y los aportes del pueblo mexica, que perduran como legado en la Ciudad de México en la bandera nacional, con el símbolo del águila devorando una serpiente como señal de la tierra prometida.
Tomando en cuenta todas estas consideraciones –cual legado de grandeza que nos dejaron estos fundadores de México, Tenochtitlán– se los digo de manera sintética: el escudo nacional.
Suárez del Real enfatizó la importancia de este símbolo. “El escudo nacional, que sí lo tenemos en algunos códices, (…) es el único glifo en piedra. La bandera (de México) es una de las más hermosas por su escudo. Representación de 1507, pero es la visión de 1325”, expresó.
El periodista mexicano indicó que la base que sostiene al Teocalli rinde homenaje a cinco mujeres insignes de este pueblo. Se trata de Chimalma, “La que porta el escudo”, Ilancuéitl, “La de la falda vieja”; Quetzalmoyohuatzin, “La que tiene abanico de quetzal”, Atototzin, “Ave de agua”, hija de Moctezuma Ilhuicamina y madre de tres tlatoanis: Axayácatl, Tízoc y Ahuízotl; y Tecuichpo Ixcaxochitzin, “Joven señora, flor de algodón”, hija de Moctezuma Xocoyotzin, esposa de Cuitláhuac y de Cuauhtémoc, y recapituló sobre esta última.
Isabel de Moctezuma el 15 de julio de 1550 en su testamento es el primer ser humano y por tanto, mujer, en el mundo que por escrito da la libertad a un pueblo en la historia universal y en América, su deseo al morir es que todos sus sirvientes y esclavos, en la parcialidad de Tlacopan, hoy Tacuba, fueran libres. Ella nunca los consideró como esclavos sino como iguales”, rememoró.