5 de octubre de 2024
Cultura / Sociedad

LUIS GARCÍA MONTERO (1958), DEFIENDE CON LA POESÍA LA DIGNIDAD HUMANA

“La poesía ha sido una manera de defender la dignidad humana y la libertad de la conciencia”, comentó ayer el poeta, narrador y ensayista español Luis García Montero (Granada, 1958).

“Mi infancia, mi adolescencia y mis primeros años de juventud se formaron en un país menesteroso y autárquico”, contó sobre la España bajo la dictadura de Francisco Franco.

 “En Granada, vincularme a la poesía fue vincularme a un género encarnado por un poeta que había sido asesinado en la Guerra Civil en 1936, Federico García Lorca. Desde entonces, me dediqué a la poesía como parte más de un compromiso cívico de reivindicación por el mundo”, explicó.

En rueda de prensa previa a la recepción del Premio Internacional Carlos Fuentes a la Creación Literaria en el Idioma Español 2024, dotado con 125 mil dólares y una escultura de Vicente Rojo, el bardo agregó que es “muy importante intentar dar testimonio frente al silencio. Me dediqué a escribir para reivindicar esa historia que había sido borrada”.

El director del Instituto Cervantes confesó que, a estas alturas de su trayectoria, la lucha más importante es evitar repetirse. “Cuando uno siente que ha conseguido un mundo, ya el problema no es buscar e ir rápido, sino ir lento para no repetir lo que ya has escrito.

 “Se escribe más lentamente y se intenta reflexionar no como si uno fuera joven, sino como una persona de más de 65 años que debe opinar no sólo de los sueños a los que tiene derecho, sino sobre el mal camino donde acaban los sueños”, añade.

El autor de Un año y tres meses indicó que busca “un espacio de resistencia entre el optimismo y el pesimismo, donde sea posible defender los valores que uno quiere sin abandonarse a la ingenuidad ni a la derrota. Eso es lo que le pido ahora a la poesía.

“El escritor que pierde la conciencia crítica está acabado, el que cree que por haber recibido un premio todo será fenomenal se equivoca. Hay que seguir borrando las cosas que no salen bien y tener conciencia crítica es fundamental. Sigo leyendo a los jóvenes, porque no quiero ser un viejo cascarrabias. Aprendo de todos”, añadió.

Para García Montero, “es importante reivindicar a la poesía como una perspectiva cultural, que hace falta en estos años en los que las humanidades deben abrazarse con las transformaciones tecnológicas y con el progreso científico para hacer una cultura que esté al servicio de la dignidad humana.

“Los escritores mentimos cuando decimos que no nos hace falta el reconocimiento de la gente. Un premio de este tipo emociona y ayuda a tomar conciencia de la importancia de una vocación”.

Posteriormente, en la Sala Manuel M. Ponce del Palacio de Bellas Artes, el autor de La intimidad de la serpiente recibió el galardón de manos del rector de la UNAM, Leonardo Lomelí, y de Marina Núñez, subsecretaria de Cultura federal, instituciones convocadoras del premio.

La periodista Silvia Lemus, viuda de Carlos Fuentes (1928-2012) y principal impulsora del galardón, llegó con retraso, pero con la Antología poética, de Fernando Pessoa, en la mano. “Siempre estaba en la mesa de lecturas favoritas de Carlos”.

Y, sin perder el tiempo, le planteó dos preguntas al granadino. “Pessoa dice que el poeta es un fingidor, ¿es verdad?”; a lo que el vate respondió: “Pero finge lo que siente”. Y “¿cuándo es poético un poema?”. Y García Montero dijo “cuando consigue no sólo hablar de uno, sino llevar al lector y hablar de la condición humana, cuando el lector habita el poema”.

Con un jurado integrado por Beatriz Espejo, Rosa Montero, Élmer Mendoza, Fernando Fernández y Elena Poniatowska, ganadora de la edición anterior, Luis García Montero es el noveno premiado con el Carlos Fuentes. Lo han recibido Mario Vargas Llosa (2012), Sergio Ramírez (2014), Eduardo Lizalde (2016), Luis Goytisolo (2018), Luisa Valenzuela (2019), Diamela Eltit (2020), Margo Glantz (2022) y Elena Poniatowska (2023).

El encuentro terminó con recuerdos dedicados a Fuentes. Lemus lo definió como “un enamorado de la literatura”. Y Poniatowska, su amiga desde la juventud, gritó entre el público que “¡Bailaba muy mal!”. Y Lemus aclaró que “El tango sí lo bailaba bien”.