LAS LLUVIAS SIGUEN EN UNA ESPAÑA CONMOCIONADA E INDIGNADA
España se preparaba para nuevas lluvias torrenciales el lunes, mientras el país se enfrentaba a las consecuencias de las catastróficas inundaciones que dejaron decenas de muertos la semana pasada.
El Ministerio del Interior de España indicó el lunes que el número de muertos había aumentado a 215 personas a causa de las inundaciones provocadas por los aguaceros que comenzaron la semana pasada. La catástrofe ha desencadenado un airado debate en España sobre la rendición de cuentas, en el que algunas personas acusan a los funcionarios del gobierno de esperar demasiado para enviar alertas.
Mientras los equipos de rescate seguían buscando víctimas, la agencia meteorológica española advirtió que el lunes se producirían precipitaciones importantes en las provincias costeras de Cataluña, Tarragona y Castellón.
Las autoridades regionales de Cataluña enviaron mensajes de texto a los residentes el lunes por la mañana, compartiendo las advertencias meteorológicas e instando a la gente a evitar desplazamientos innecesarios.
La agencia meteorológica dijo que hasta las 11:00 a. m. habían caído unos 15 centímetros de lluvia en Barcelona, la capital regional, y añadió que la ciudad podría recibir unos 12 centímetros más a lo largo del día.
Se cancelaron decenas de vuelos y 18 fueron desviados del aeropuerto internacional de Barcelona, según el operador aeroportuario. Las agencias de noticias compartieron videos de inundaciones en las terminales.
También llovía en Valencia, la región más afectada por las inundaciones repentinas de la semana pasada. Eso podría complicar las labores de búsqueda y rescate que todavía se realizaban el lunes.
Varias carreteras principales seguían cortadas en la región, y algunas personas no tenían electricidad ni agua potable.
En tanto ha ido surgiendo una imagen más clara de la magnitud de la catástrofe, los españoles se han preguntado por qué tanta gente parecía no estar preparada para la destrucción o la violencia de las tormentas.
La agencia meteorológica española empezó a emitir avisos sobre la situación del tiempo días antes de que se intensificara la tormenta y emitió una serie de ellos el pasado martes por la mañana, cuando las lluvias eran más intensas.
Pero el gobierno regional de Valencia, que controla el sistema de alerta formal, no envió un mensaje de texto con una alerta hasta después de las 8 p. m. de ese día, cuando las aguas ya estaban subiendo.
Esto ha provocado enfado y frustración con las autoridades, sentimientos que se desbordaron el domingo en Valencia, cuando una delegación de dirigentes acudió a visitar la localidad de Paiporta, donde murieron al menos 60 personas.
Los manifestantes gritaron insultos y arrojaron barro contra el rey Felipe VI, la reina Letizia, el presidente del gobierno Pedro Sánchez y Carlos Mazón, líder de la Comunidad Valenciana.
Algunas personas han acusado a Mazón y a otros funcionarios regionales de no actuar con suficiente rapidez, cuestionando por qué se pasó la mañana del martes presidiendo reuniones y hablando con los sindicatos en vez de prepararse para las inundaciones.
Otras —entre ellas Mazón— han responsabilizado a Sánchez y al gobierno nacional de no responder más rápidamente a la emergencia.
Las imágenes de los reyes salpicados de barro han conmocionado a muchos españoles. El rey no tiene capacidad para dar órdenes operativas y solo cuenta con un poder simbólico, pero es la cara de la nación y tiene influencia personal sobre los dirigentes electos de España.
Sin embargo, la popularidad de la familia real ha flaqueado en los últimos años.
Still, the royal family’s popularity has wavered in recent years.
Juan Carlos, el rey anterior, abdicó en 2014 y se trasladó a Abu Dabi en 2020 para escapar de las investigaciones por corrupción. Desde entonces, los fiscales han retirado las acusaciones de fraude, pero los escándalos que afectaron su reinado, entre los que se incluyen asuntos amorosos, han empañado la imagen del rey Felipe, su hijo, a pesar de sus esfuerzos por proyectar una imagen más sobria y responsable.
En este caso, algunos vieron la visita del rey Felipe a las zonas más afectadas más como una distracción que como un consuelo, aunque se quedara a hablar con la gente frustrada después de que líderes políticos, como Sánchez, abandonaron el lugar por motivos de seguridad.
Algunos también criticaron los métodos para asignar los recursos: el rey y su séquito pudieron llegar a Paiporta mientras los equipos de rescate y los trabajadores de emergencias tenían dificultades para desplazarse por la zona.
El rey Felipe reconoció el “enfado y la frustración” en un discurso pronunciado el domingo tras el incidente, con el barro aún salpicado en sus botas. Óscar Puente, ministro español de Transportes, declaró el domingo por la noche al canal de televisión La Sexta que la visita fue bienintencionada, pero reconoció que “quizá no era el momento más oportuno para ir”.