ESTRELLAS DE HOLLYWOOD BUSCAN CANCELAR A «TILLY NORWOOD», LA PRIMERA ACTRIZ DE IA
La irrupción de Tilly Norwood, presentada como la primera intérprete creada con inteligencia artificial que busca abrirse camino en la pantalla grande, ha generado un terremoto en la industria cinematográfica. Mientras algunos la celebran como un avance tecnológico, numerosos actores y actrices de renombre han expresado su rechazo, señalando preocupaciones éticas y laborales.
Un proyecto polémico
Tilly no es una persona real, sino el resultado de un sofisticado sistema de algoritmos de imagen y lenguaje. Fue desarrollada por los estudios Xicoia y Particle6, bajo la dirección de Eline Van der Velden, quien la definió como la primera gran apuesta en su línea de “estrellas sintéticas”. Lo que durante años parecía una amenaza hipotética, ahora se materializa en forma de una actriz digital que ya circula en redes sociales.
Desde su debut, ha participado en experimentos como AI Commissioner, un sketch que plantea cómo sería la televisión si las decisiones dependieran totalmente de procesos automatizados. En sus cuentas oficiales, incluso compartió su entusiasmo con frases como que, pese a su origen computarizado, experimenta “emociones reales”.
Agencias interesadas
El debate tomó más fuerza cuando, durante un panel en el Zurich Summit, Van der Velden anunció que varias agencias de talento ya mostraron interés en representar a Tilly como si fuera una actriz convencional. Según explicó, a principios de año predominaba la desconfianza hacia el proyecto, pero en pocos meses la situación cambió y distintos ejecutivos comenzaron a acercarse con propuestas de colaboración.
De concretarse, Tilly se convertiría en una de las primeras figuras digitales con representación oficial en Hollywood, lo que la colocaría en igualdad de condiciones administrativas frente a intérpretes de carne y hueso. Para los creadores, este es un paso que confirma que los estudios buscan optimizar tiempos y reducir costos de producción.

Reacciones en el gremio artístico
El anuncio encendió las alarmas en un sector que aún se recupera de las huelgas de guionistas y actores de 2023, donde el papel de la inteligencia artificial fue uno de los puntos centrales de la negociación. Que un “avatar” sea admitido por una agencia es visto por muchos como una afrenta directa a los acuerdos alcanzados.
La actriz Melissa Barrera, reconocida por la saga Scream, escribió en redes sociales: “Espero que todos los actores representados por la agencia que haga esto la abandonen”. Por su parte, Kiersey Clemons exigió que se hicieran públicos los nombres de las compañías interesadas.
Otros reaccionaron con humor. Lukas Gage ironizó diciendo que Tilly era “un desastre para trabajar”, mientras que Odessa A’zion comentó que la actriz virtual le había tirado café en la cara. A su vez, Trace Lysette relató que Norwood le “robó el lugar en la fila del almuerzo sin pedir disculpas”. Pese al carácter cómico de estas respuestas, reflejan un malestar compartido.
Más dura fue la crítica de Mara Wilson, recordada por Matilda, quien cuestionó: “¿No pudieron contratar a ninguna de ellas?”, en alusión a las mujeres cuyos rasgos habrían servido de inspiración para diseñar el rostro de Tilly. El comentario reavivó la advertencia del sindicato SAG-AFTRA, que en 2023 alertó sobre el uso de IA para reemplazar empleos sin consentimiento ni retribución justa.
¿Amenaza o revolución?
El caso de Tilly Norwood plantea un dilema de fondo: ¿hasta qué punto es válido sustituir a los artistas humanos por avatares digitales? Para los estudios, representa un recurso atractivo en tiempos de crisis, pues no exige salarios millonarios, descansos ni envejece. Sin embargo, para los sindicatos y creadores, es la antesala de un futuro donde miles de empleos artísticos podrían desaparecer.
Al final, el rumbo de esta tendencia no lo marcarán solo las agencias y los productores, sino también el público. Serán los espectadores quienes definan si Tilly será recordada como un simple experimento tecnológico o como la pionera de una nueva generación que transforme para siempre la manera de hacer cine.