DIEGO EN EL BANQUILLO DE LA GRÁFICA; FRANCISCO DE LA MORA RECORRE LA VIDA DEL MURALISTA
Desacralizar la figura totémica de Diego Rivera y mostrarlo como el hombre bohemio, obsesivo, bebedor, infiel y algunas veces cruel es el objetivo de la más reciente novela gráfica que recorre su vida, sus hazañas, su trabajo artístico y sus pasiones, desde la infancia hasta su muerte, en un guion circular para jóvenes de 13 años en adelante y despertar la curiosidad de nuevas generaciones por este personaje imperfecto que creó algunos de los mejores murales de todos los tiempos.
El volumen se intitula Diego Rivera, su elaboración requirió seis años de trabajo y su estructura es cronológica, comenta Francisco de la Mora, autor del guion. “Siempre pensé que haríamos una introducción, pero no tenía claro cómo llegar a eso y después se me ocurrió iniciar el libro con el día de su muerte para un efecto dramático”, pero después se retoma su infancia, su juventud, su viaje a Europa, su retorno a México, el viaje a Estados Unidos y la última etapa de su vida.
Sin embargo, tuvimos que hacer un proceso de edición con las muchísimas anécdotas que recopilamos en torno a la vida de Rivera. Algunas cosillas quedaron fuera, pero en la medida de lo posible intentamos poner todo el material que encontramos”, abunda De la Mora.
Además, “la parte más importante de esta novela gráfica era bajarlo de ese tótem en el que lo tenemos, y así el mundo lo ha empezado a ver con esa imagen de hombre contradictorio que hizo (murales) de todo tipo, pero que también fue muy cruel con las personas más cercanas, sobre todo con su primera mujer, con quien fue desalmado. También podemos ver esa parte del joven Diego, bebedor y después bohemio, conviviendo con la vanguardia parisina y con los intelectuales rusos; es una vida envidiable, riquísima y muy dura”, explica.

¿Por qué el relato enfatiza las infidelidades de Diego? “Todo el mundo conoce sus infidelidades, así que era natural ponerlas en el libro. Hay una escena triste, cuando Frida y Diego regresan de Nueva York y se mudan a la Casa de San Ángel, recién construida por Juan O’Gorman, donde acude la hermana de Frida (Cristina Kahlo), como asistente general, y ocurre la infidelidad de Diego con su hermana, lo cual rompe algo sagrado entre ambos”.
El libro abunda en personajes de la época, como Siqueiros, Orozco, Trotsky, Rockefeller e intelectuales de la época, así como la Casa Azul y el impacto que causó en André Bretón. “La idea era hacer un retrato de Diego y su tiempo, que resultó muy rico por la diversidad de lugares y de personas que conoció”.

VIDA ELÁSTICA
Por su parte, el ilustrador José Luis Pescador explica que no fue fácil dibujar a Guanajuato, aunque el mayor reto fue encontrar las referencias para ilustrar lo que decía el guion y evocar en el libro el trazo del Rivera ilustrador y muralista.
¿Por qué se decidió retratar a un Diego en situaciones adversas y mundanas? “A Rivera no lo miré como un ícono de la mexicanidad, porque eso nos habría impedido hacerle esto y habríamos tenido que respetarlo al cien por ciento. Más bien fue como dibujar a un amigo, aunque sí hubo una intención de desacralizarlo, desde la primera página, y después todo fluyó y pudimos caricaturizarlo como un personaje muy divertido”.
Aunado a esto, apunta, la vida de Rivera “es muy elástica, porque hizo tantas cosas y, por momentos, es un personaje un poco burlesco, como el Periquillo Sarniento, pero obeso y con los ojos de sapo; me parece que él mismo no se tomaba tan en serio. Entonces, Diego fue un amigo con el que pudimos jugar y si eso parece una falta de respeto… ya es una lectura de otras personas”.
¿Hubo alguna intención en mostrar a Diego Rivera desnudo? “Diego pintó muchos desnudos y no había ninguna razón para no ponerlo desnudo, además de que el cuerpo obeso es fascinante. Este libro se editó por primera vez en Inglaterra y las críticas destacaban eso: que dos mexicanos habíamos hecho un libro de Rivera con demasiados desnudos y que eso era un rasgo humorístico. Aún no sabemos cómo se tomará en México, pero creo que más naturalmente, porque eso no es importante en la narración”, concluye.