CHICAGO, “LA TERCERA CIUDAD MEXICANA DE EU”, ACOGE LA CONVENCIÓN DEMÓCRATA
El blues urbano, los mártires de Chicago, las luchas centenarias de inmigrantes, el 68 y los “siete de Chicago”, las marchas de migrantes más grandes del siglo, la bolsa mercantil donde se decide la vida o muerte de productores agrarios a nivel mundial, Benito Juárez, la tercera ciudad mexicana del país, todo frente a un mar sin sal – el lago Michigan – que será escenario de la Convención Nacional Demócrata la próxima semana.
De repente aparece, sin nada que ofrezca previo aviso y en medio de una cuadra que antes era una plaza, Haymarket Square, el sitio donde nació los que se festeja alrededor del mundo – con la excepción de Estados Unidos – cada Primero de Mayo. Ahí hay un monumento medio raro, de figuras sin rostro, que registran los hechos del 4 de mayo de 1886, cuando durante un mitin del movimiento por la jornada laboral de 8 horas – el cual había organizado una mega marcha de 80 mil trabajadores el primero de mayo – alguien arrojó una bomba matando a varios policías y otros, por lo cual líderes anarquistas fueron culpados y cuatro de ellos enjuiciados y ejecutados, los que se conocen mundialmente como “los mártires de Chicago”.
Placas alrededor de la base del monumento colocadas por centrales obreras y sindicatos de varias partes del mundo, incluyendo una del Frente Auténtico del Trabajo de México, otras de federaciones laborales de Alemania, Argentina, Francia y una del AFL-CIO, con mensajes sobre la solidaridad proletaria, mantienen vivos los fantasmas de este sitio que sigue teniendo vigencia contemporánea en la lucha y defensa de los derechos laborales tanto aquí como alrededor del mundo.
También ofrecen una advertencia a los que se atreven a resistir y rebelarse, de los extremos a que pueden llegar los represores de expresiones de lucha popular, algo que critican organizadores de una marcha de protesta que se esta organizando a las afueras de la convención demócrata.
Algunos señalan qué hay paralelos con lo sucedido en esta ciudad en el verano de 1968, cuando el Partido Demócrata realizo su convención nacional aquí en medio de una guerra cada vez más impopular (Vietnam), protestas estudiantiles nacionales, y poco después de que un presidente demócrata abandonó su candidatura para su relección (Lyndon B. Johnson) por esa guerra. En 1968, las protestas en Chicago de miles contra la guerra y por los derechos civiles fueron violentamente reprimidas en lo que algunos llamaron un motín policíaco, bajo ordenes de un alcalde y caudillo demócrata Richard Daley. Parte de la represión fue el famoso juicio de los supuestos líderes de las protestas que se bautizaron como los “7 de Chicago”. Pero hoy día, el alcalde es alguien considerado progresista egresado del gran sindicato de los maestros, y la cúpula demócrata desea evitar una repetición del 68 – vale recordar que perdieron la elección presidencial ese año – aunque algunos activistas y periodistas tienen nostalgia.
La convención se realizará en una ciudad que por sí sola sería la vigésima economía más grande del mundo. Es una ciudad llena de su pasado migrante – polacos, italianos, alemanes, irlandeses, puertorriqueños, centroamericanos pero sobre todo es en gran parte una metrópolis mexicana. La cultura mexicana tiene su estampa a través de la ciudad, desde la gastronomía a murales y artes plásticas y por supuesto en la música. Y hasta estatuas de Benito Juárez en pleno centro, el Museo Nacional de Arte Mexicano, y las federaciones y clubes de oriundos y los barrios mexicanos de Pilsen y La Villita, entre otros.
La “mexicanización” de Chicago tiene una historia compleja nutrida por décadas de inmigración de Michoacán, Guanajuato, Jalisco y varios estados más al punto de que hoy día una de cada cinco personas en esta ciudad se identifican como mexicanos.
La migración interna desde otras partes de Estados Unidos también ha moldeado esta ciudad, sobre todo por la de los afroestadunidenses de los campos del sur que llegaron a las industrias de esta urbe. El blues de Chicago es manifestación viva de esta migración, con el blues acústico rural que nace en el sur enchufándose a la electricidad industrial urbana. B.B. King, Buddy Guy (cuyo club sigue funcionando a veces con la presencia del icono) y otros sigue siendo parte de la ruta sonora que se escucha hoy dií aquí.
Aquí entre los discursos y foros del magno espectáculo de la Convención Nacional Demócrata, y las protestas afuera, esta ciudad sigue sabiendo como mantener el ánimo en medio de tiempos difíciles, e insistir que a pesar de todo lo que se padece y sufre, también se tiene que festejar otro día de vida, o sea, aquí se sabe cantar el blues.