CA7RIEL & PACO AMOROSO, UNA NOCHE DE AMIGOS

Hasta hace dos años, pocos conocían a Ca7riel, y aún menos a Paco Amoroso. Ambos argentinos exploraban caminos en la música: proyectos de rock, alternativo, con destellos de salsa y cumbia. Pero cuando se unieron, su popularidad explotó en su país natal. Su propuesta, para algunos excéntrica, se convirtió para millones en un reflejo de la actualidad: experimentación musical con calidad y, al mismo tiempo, el pop latino en su máxima expresión. Dos personajes sin tapujos se juntaron y anoche, tras años de anonimato, llenaron el Palacio de los Deportes en la Ciudad de México.

Su ascenso parece casual: bastó su participación en un Tiny Desk Concert para que su proyecto se volviera viral en horas. Pero no se trata sólo de suerte. Ayer demostraron por qué: su personalidad ácida y provocativa se combina con talento. Dos voces educadas, respaldadas por una big band al estilo Michael Bublé o Luis Miguel —piano, trompetas, trombones, saxofón y un intrépido baterista— los acompañan con precisión.

Más allá de la banda, el público los reconoce. El recinto, completamente lleno, estalló cuando los rostros del dúo aparecieron como gigantes de hule sobre el escenario y aún más cuando se sentaron en un frasco gigante de Papota —nombre de su último disco, y término argentino para proteína en suplemento—, interpretando sus canciones con la naturalidad de músicos de bar, como si fuera una noche más buscando “el hueso”.

Papota, su EP, es una sátira a la industria musical y a la fama instantánea. Canciones como Impostor, #Tetas, Re forro y El día del amigo, junto con un cortometraje paródico, critican la presión del éxito viral, la mercantilización artística y la obsesión por la imagen. Este viernes, esos temas se transformaron en himnos para un público que abrazó el discurso como si lo consumiera a diario.

En escena, el dúo no dejaba de mirar las cámaras, desafiando a los fanáticos, que respondían con entusiasmo. Cuando Paco gritaba su clásico “okey, mi gente de México, tres, cuatro, eeeeeo”, la multitud contestaba al unísono. “Qué bueno es verlos, hay tanta gente llena de vida, vamos a disfrutar”, añadió Ca7riel.

“La siguiente canción habla de cuando te deja tu novia, así que necesitamos todos los celulares otra vez”, anunció Paco. Llegó entonces el momento más emotivo: el público iluminó el Palacio con sus teléfonos, cantando cada nota de Pirlo, abrazándose y casi al borde de las lágrimas, transformándose en coro vivo junto a los artistas.

Tras ese instante romántico, Ca7riel y Paco bajaron de su asiento y recorrieron el escenario mientras interpretaban Re forro, mezcla de merengue, salsa y trap, con reguetón y un toque ácido que contagió al público, que bailó hasta el cierre del tema al ritmo de samba.

Parecía que los asistentes guardaban algo de energía contenida, que se liberó con La que puede, puede, un llamado a hacer lo que uno desea. La emoción también reflejaba la espera: estos artistas originalmente tocarían en el festival Ceremonia en abril, cancelado tras la tragedia de dos fotoperiodistas. La espera valió la pena.

Con Sheesh, el Palacio se transformó. Láseres verdes dibujaban patrones sobre las esferas del recinto. Ca7riel se quitó la playera y bailó provocativamente, mientras Paco, con saco, seguía el ritmo de Supersónico. El ambiente de club nocturno continuó con Polvo, Todo el día y Ola Mina xd. En un momento, Ca7riel, cubierto con capa y sombrero, convirtió la escena en un espectáculo de death metal, mezclando riffs intensos con rap rítmico y notas agresivas.

Al final, el fuego se apoderó del escenario. Paco brincaba de un lado a otro mientras la música oscilaba entre pop latino, metal y salsa. La mezcla visual y sonora dejó al público sin palabras; el aplauso fue incontrolable. Ca7riel y Paco agradecieron: “Hubo momentos en los que tocábamos para mil personas y estar aquí ahora es una locura. Estamos muy agradecidos con México y volveremos todas las veces que quieran”, dijo Paco.

Se retiraron un momento, pero los vítores los devolvieron al escenario. Sonaron #Tetas, con Ca7riel moviéndose con sensualidad y elasticidad, mientras Paco, ya sin camisa, mostraba sus tatuajes. El show culminó con todo un séquito de strippers musculosos en El día del amigo, despidiendo a un público completamente entregado.

“¡Estamos felices!”, gritó Paco y arrancó directo con El único, que reventó el Palacio como durante todo el concierto. “¿Tatuaje en el cuello?”, gritaba el dueto y la gente respondía “Si”.